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Malvinas Causa Nacional y Latinoamericana

Por Carlos López López (*)

La causa Malvinas es una cadena de eslabones desde el inicio de nuestra patria, en cada mojón hemos dejado en claro que ellas son parte de nuestro territorio y sentimiento.

1820: El día que hizo historia

El 6 de noviembre de 1820, en Puerto Soledad y con salva de veintiún cañonazos, la bandera que creó el general Manuel Belgrano fue izada por primera vez en las Islas Malvinas. Ocurrió durante la toma de posesión soberana en nombre de las Provincias Unidas de Sud América por parte del coronel de la Marina David Jewett, comandante de la fragata Heroína.

Jewett había escrito esta carta para comunicar los motivos y el alcance de su empresa a los británicos presentes en el archipiélago: noviembre 2 de 1820:  Señor, tengo el honor de informarle que he llegado a este puerto Comisionado por el Supremo Gobierno de las Provincias Unidas de Sud América para tomar posesión de las islas en nombre del país a que éstas pertenecen por la Ley Natural. Al desempeñar esta misión deseo proceder con la mayor corrección y cortesía para con todas naciones amigas; uno de los objetos de mi cometido es evitar la destrucción de las fuentes de recursos necesarios para los buques de paso, que, en recalada forzosa, arriban a las islas, y hacer de modo que puedan aprovisionarse con los mínimos gastos y molestias.

1829: Luis Vernet, primer gobernador argentino

Comerciante nacido en Hamburgo y radicado en Buenos Aires, Luis Vernet fue el primer comandante Político y Militar argentino de las Islas Malvinas, designado por decreto del 10 de junio de 1829, con las firmas del entonces gobernador de Buenos Aires, Martín Rodríguez, y del jurista y ministro Salvador María del Carril.

En el artículo 2° del documento con que se dispuso un gobierno para el archipiélago, las autoridades argentinas señalaban que la residencia del nuevo comandante “será en la isla de la Soledad y en ella se establecerá una batería bajo el pabellón de la República”.

El flamante gobernador se comprometió a cumplir con el artículo 3° del decreto que había creado su cargo y que le ordenaba: “Hará observar por la población de dichas islas las leyes de la República y cuidará en sus costas de la ejecución de los reglamentos sobre pesca de anfibios”.

1833: el alzamiento del Gaucho Rivero

En agosto de 1833, ante una nueva ocupación inglesa y la explotación a la que fueron sometidos los trabajadores de las islas, Antonio Rivero, un peón de campo, lideró un alzamiento contra el yugo británico junto a un grupo de sus compañeros y, por varios meses, mantuvo izada la bandera celeste y blanca.

En 1834, los británicos recuperaron el control de la isla Soledad y detuvieron a Rivero, con la orden de llevarlo a Londres para ser juzgado. Sin embargo, ese proceso nunca ocurrió. Según una de las versiones, la justicia inglesa se negó a enjuiciar al gaucho porque su ley no regía en suelo malvinense, con lo que un litigio de ese tipo hubiese puesto en el centro del debate la soberanía argentina sobre el territorio.

1964: la hazaña de Fitzgerald

En septiembre de 1964, la Organización de las Naciones Unidas (ONU) trataba “la aplicación de la Declaración sobre la Concesión de la Independencia a los Países y Pueblos Coloniales”, en cuyo temario habían sido incluidas las Islas Malvinas. A pesar de la oposición de la diplomacia británica, la Argentina logró participar en ese debate, y fue cuando su representante, el embajador José María Ruda, expuso las razones históricas y jurídicas que sostenían y validaban el reclamo argentino de soberanía. El “alegato Ruda” se volvió un hito de la cuestión Malvinas, al sentar las bases para que la ONU propusiera el inicio de negociaciones bilaterales y el arribo a una solución pacífica.

Al mismo tiempo, también ocurría otro hecho histórico: el 8 de septiembre de 1964, el piloto argentino Miguel Lawler Fitzgerald partió de Río Gallegos y atravesó el océano Atlántico a bordo de su avioneta monomotor Cessna, modelo 185, matrícula LV-HUA.  Fitzgerald –que ese mismo día cumplía 38 años– había bautizado a su nave con el nombre de “Don Luis Vernet”, en homenaje al primer gobernador argentino de las Malvinas. El audaz objetivo del piloto era aterrizar en las islas para enarbolar la bandera nacional y entregar una proclama. Y así lo hizo.

El piloto logró aterrizar su avioneta en la pista de cuadreras de Puerto Stanley, bajó con una bandera y la sujetó a un alambrado de la cancha, el mismo donde dos años después los “cóndores” volverían a colocar insignias argentinas. Uno de los habitantes que se habían congregado a ver el aterrizaje, se acercó a Fitzgerald, quien le entregó un sobre con esta proclama:

Al representante del gobierno ocupante inglés en las Islas Malvinas:  Yo, Miguel L. Fitzgerald, ciudadano argentino, único, necesario y suficiente título que exhibo en cumplimento de una misión que está en el ánimo y la decisión de veintidós millones de argentinos, llego al Territorio Malvínico para comunicarle la irrevocable determinación de quienes –como yo– han dispuesto poner término a la tercera invasión inglesa a territorio argentino//

//Esta actitud personal, que interpreta los sentimientos y la vocación del pueblo argentino, coincide con la decisión de la Organización de las Naciones Unidas, de considerar en el más alto tribunal internacional las legítimas reivindicaciones de mi Patria sobre el Territorio Malvínico. 

El piloto estuvo no más de 15 minutos en las islas y sin apagar los motores, regresó al continente. Cuando la noticia llegó a Buenos Aires, su hazaña produjo tal impacto y apoyo popular que el presidente Arturo Illia lo eximió de las sanciones que se le querían aplicar.

La bandera argentina de Fitzgerald, junto a su proclama, fueron depositadas en el museo de Puerto Stanley. En cuanto a la avioneta Cessna 185, se encuentra expuesta en el Museo Malvinas e Islas del Atlántico Sur, en el Espacio Memoria y Derechos Humanos (ex ESMA).

28 de septiembre de 1966: Operativo Cóndor

Ese día una bandera argentina flameó en las Malvinas. Junto a otras seis banderas colocadas en un avión, en unos coches y en unos alambrados, fueron el tesoro más preciado de un grupo de dieciocho jóvenes, patriotas y entusiastas, que había emprendido un audaz viaje a las islas para reafirmar la soberanía nacional sobre aquellas tierras que fueron usurpadas por los ingleses.

Su gesta fue heroica no sólo por las características del reclamo en sí, sino también por el contexto de la Argentina de esos años. Hacía tres meses que las fuerzas armadas habían dado un nuevo golpe de Estado, encaramando como presidente de facto al general Juan Carlos Onganía. Impulsor de la Doctrina de Seguridad Nacional y máximo responsable de la brutal represión a profesores y alumnos de la Universidad de Buenos Aires, conocida luego como La Noche de los Bastones Largos. En los corrillos políticos, a Onganía lo habían bautizado “el caño”. Según decían, era duro y rígido por fuera, pero vacío por dentro.

En este ambiente político y social, el Comando Cóndor llevó siete banderas argentinas a las Malvinas, con el firme compromiso de regresar con ellas. Y así lo hicieron.

2 de abril de 1982: La Guerra que no debió ser.

El informe Rattenbach relata que los miembros de la Junta Militar (ultima dictadura genocida) son responsables de conducir la Nación a la guerra con Gran Bretaña, sin estar debidamente preparada para un enfrentamiento de estas características y magnitud con las consecuencias conocidas de no lograr el objetivo político y de haber colocado al país en una crítica situación política económica y social.  No realizar una apreciación integral de todos los factores que podían incidir en la situación, en detrimento de los objetivos que se pretendían lograr. Conducir a las FF.AA., como consecuencia de un planeamiento apresurado, incompleto y defectuoso, a un enfrentamiento para el cual no se hallaban preparadas ni equipadas, contribuyendo con ello a la derrota militar. No adoptar en el campo de la política internacional las necesarias acciones diplomáticas precautorias y conducentes al logro del objetivo político que se perseguía, o a la neutralización de los efectos que previsiblemente se producirían, en caso de no lograrse aquel. Escoger un momento inoportuno para llevar a cabo las acciones diplomáticas y militares tendentes al logro del objetivo propuesto, mostrando así una actitud equivoca respecto de las verdaderas motivaciones de la decisión adoptada y del adelanto de su ejecución. Desaprovechar las oportunidades concretas que se tuvieron para lograr una solución honorable y factible del conflicto.

Cabe destacar el valor de los héroes que murieron en Malvinas defendiendo esa porción de nuestra patria que es nuestra por derecho propio. Y poner en valor a todos los veteranos y las veteranas de guerra que fueron silenciados por años.  Y también debemos remarcar que los países de nuestra región y muchos de todos los continentes sostienen la validez de nuestra soberanía sobre las Islas Malvinas, Georgias y Sándwich del Sur. Néstor Kirchner y Cristina Fernández de Kirchner lograron integrar a las Islas Malvinas en un relato nacional, popular, democrático y latinoamericano, que las contiene y las homenajea por derecho, sentimiento y convicción de un pueblo.

Siempre está en mi memoria la frase del compañero Rodolfo Walsh, cito: “Nuestras clases dominantes han procurado siempre que los trabajadores no tengan historia, no tengan doctrina, no tengan héroes y mártires. Cada lucha debe empezar de nuevo, separada de las luchas anteriores: la experiencia colectiva se pierde, las lecciones se olvidan. La historia parece así como propiedad privada cuyos dueños son los dueños de todas las otras cosas.”

Invocando este pensamiento, hay razones para que las nuevas generaciones conozcan las luchas emprendidas por el pueblo argentino, quienes han sido sus protagonistas y los motivos últimos de los esfuerzos realizados.

La soberanía nacional es un valor inherente a nuestra razón de ser argentinos. Seguiremos inclaudicablemente dando batalla por Malvinas. Y decirle al mundo que las Islas Malvinas fueron, son y serán siempre argentinas.

(*) Presidente OPEIR (Observatorio del Pensamiento Estratégico para la Integración Regional) y Parlamentario del Mercosur (MC). Miembro de La Patria es el Otro.